Thích Nhất Hạnh & Ihaleakala Hew Len

Hoy 22 de enero a las 00:00H siguió viaje este querido y amado maestro vietnamita que cultivó la paz en todo el mundo, Thích Nhất Hạnh, a los 95 años. Thích Nhất Hạnh escribió en su libro «»En casa en el mundo»:

No estoy aquí

Tengo un discípulo en Vietnam que quiere construir una estupa para mis cenizas cuando muera.
Él y otros quieren incluir una placa con las palabras
«Aquí yace mi amado maestro».
Les dije que no desperdiciaran la tierra del templo.
«¡No me pongas en una olla pequeña
y me coloques allí!», dije.
«No quiero continuar así.
Sería mejor esparcir las cenizas afuera
para ayudar a que los árboles crezcan.
Sugerí que, si todavía insisten en construir una estupa, hagan que la placa diga: «No estoy aquí».
Pero en caso de que la gente no lo entienda,
podrían agregar una segunda placa:
«Yo tampoco estoy ahí afuera».
Si la gente todavía no entiende, entonces
puedes escribir en la tercera y última placa:
«Es posible que me encuentren
en tu forma de respirar y caminar».
Este cuerpo mío se desintegrará,
pero mis acciones me continuarán.
En mi vida diaria, siempre practico ver mi continuación a mi alrededor.
No necesitamos esperar hasta la disolución total de este cuerpo para continuar,
continuamos en cada momento.
Si piensas que solo soy este cuerpo,
entonces no me has visto realmente.
Cuando miras a mis amigos, ves mi continuación.
Cuando ves a alguien caminando con atención plena y compasión, sabes que él es mi continuación.
No veo por qué tenemos que decir «moriré»,
porque ya puedo verme en ti, en otras personas y en las generaciones futuras.
Incluso cuando la nube no está allí,
continúa como nieve o lluvia.
Es imposible que una nube muera.
Puede convertirse en lluvia o hielo,
pero no puede convertirse en nada.
La nube no necesita tener alma para continuar.
No hay principio ni fin. Nunca moriré.
Habrá una disolución de este cuerpo,
pero eso no significa mi muerte.
Continuaré, siempre.

Este es el mensaje de Dalai Lama

El día 15 de enero, siguió viaje nuestro querido Ihaleakalá Hew Len, un gran sanador de Hawái. Esta forma de sanación de origen chamánico, es un antiguo arte sanador de la cultura polinesia Kahuna, asentada en Hawái. Fue una maestra quien enseñó este arte sanador a Hew Len.

Ho’ oponopono se basa en la creencia de que nosotros creamos nuestra realidad. Así, que somos los responsables de lo que ocurre en nuestro mundo, tenemos la completa responsabilidad en las cosas que ocurren y nos ocurren.

La mayor parte de nuestros pensamientos “creadores” de esa realidad que nos circunda son inconscientes. Todas las técnicas que se enseñan en ho’oponopono son para “borrar” pensamientos y memorias dolorosas que se reiteran en nuestro interior. No necesitamos conocerlos, pero necesitamos asumir una actitud consciente de “borrado/limpieza”. Es necesario llegar a comprender que la mente es perfecta, pero no las memorias que contiene.

El Ho’oponopono puede ser utilizado por personas de cualquier religión o cultura. El concepto de Divinidad se refiere a esa parte dentro nuestro, que lo sabe todo.

La práctica se realiza repitiendo algunas palabras o frases que borrarán las memorias que están provocando el problema que nos aqueja.

Estas son: Lo siento… Por favor, perdóname… Te amo… Gracias. Al hacer estoy desde mi estado más puro cancelando programas (memorias) en mí para que ellos sean cancelados también en las otras personas (ya que estas “memorias” son compartidas). Estoy sanando a mi niño interior (el subconsciente – sede de las memorias) para sanarme y sanar mis vínculos.

Estas frases y palabras deben repetirse una y otra vez, como un mantra. E incluso cantarlas… Puede hacerse en cualquier momento del día y sin límite.

Estas “palabras gatillo” son un regalo de la de la gran sabiduría, y han sido recibidas por “inspiración” por los chamanes hawaianos y maestras y maestros de ho’oponopono para la corrección de todo lo que nos trae dolor y sufrimiento a nivel físico, mental y espiritual.

Este método nos enseña a “amar” nuestros problemas, conflictos, situaciones complejas o personas que nos afectan, lastiman o perturban. A través de este singular punto de enfoque -opuesto a lo que la mayoría de los seres humanos hace (reaccionar, quejarse, enojarse, o culpar a los demás)-, podemos soltar o liberar las verdaderas causas que provocan sufrimiento o “atraen” esas circunstancias a nuestra vida.


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